Ujué, Romería 2005
ROMERIA 2005
Este año, me he tomado la libertad de decidir lo que me apetecía y como consecuencia, he bajado a Ujué sólo.
Cuando me acercaba a las 4 y media de la madrugada a Monreal y veía lo negra que estaba la Higa, busqué la luna y no la encontré. Esta noche, que era una renoche, la luna se había largado a otra parte.
Con un poco de miedo pero decidido y con fuerza me adentré en la oscuridad. Hubo momentos que tuve dudas con el camino pero nuevas referencias conocidas me tranquilizaban.
La temperatura era agradable, la brisa nocturna se agradecía y cuando me adentré en el bosque la noche pasó a convertirse en una linterna que buscaba el camino, un miedo que me abría todos los poros de mi piel como tratando de controlar los misterios de la noche y unos oídos abiertos todo lo que podía. Me tranquilizaba sentir que los hombres, los que más me podían asustar, habían quedado atrás, de juerga en la ciudad.
Sentí los primeros albores del amanecer en las tres mugas, cuando ya había cogido toda la altura de la romería. A partir de este punto, el camino era por una pista de cazadores dentro de un bosque muy cerrado y siempre por la parte alta de la sierra de Leoz. Eran las seis de la mañana y todos los pájaros del mundo se habían concentrado en este bosque, como de juerga, como si hubiera un festival de pájaros cantando, pero cantando rokanroll.
De repente…unos ruidos extraños a mi lado, unas matas que se mueven y se mueven. Me paro, y las matas dejan de moverse. Me pongo en marcha y otra vez los ruidos extraños. Me siento observado y amenazado y adopto actitudes con el bastón como de defensa y dispuesto a tirar la linterna a cualquier mata de boj que se moviera. Pensaba que sólo podía tratarse de jabalíes. aceleré el paso y me aleje lo más rápido que pude.
Alcancé las pistas llanas y despejadas del alto de Sabaizar, el monte Julio, la caseta de los cazadores guipuzcoanos, el parque de Guerinda. Me puse la radio y sonaba la música regge de Bob Marley.
Seguía avanzando cuando al llegar al monte Txutxo comencé a oír las campanadas de la romería de Ujué. Eran las nueve de la mañana y el anuncio de que se ponía en marcha la procesión desde la Cruz del Saludo.
Entré al pueblo, mi pueblo, y retrocedí en el tiempo a mi infancia cuando sentía que mi pueblo era la capital más grande del mundo. Recordé las preguntas que me hacía cuando tenía seis años…¿De donde habrá salido tanta gente que con sus túnicas negras han llenado mi pueblo?
Un saludo especial para mi amigo Mikel Portillo que me hizo el favor de bajar a Ujué para subirme a Pamplona.
A las doce y medía, fuimos a la misa de los auroros y con la primera canción de los romeros, la de SALVE, VIRGEN PURA se nos puso la carne de gallina y se nos infló en pecho de orgullo por ser de estas tierras y tener estas costumbres.
Quiero reivindicar desde aquí la fuerza que da el sentir y creer en la Virgen de Ujué, y su envolvente misterio pero…desde una perspectiva muy distante para con la Iglesia Católica. Siempre sentí a la Virgen cerca de los pastores y de los labradores. Hoy la Iglesia Católica, solo mira al poder. Mal rollo.
Y dejamos el pueblo envuelto en un rico aroma de costillas asadas y con la promesa de volver el año que viene..