SIETE HORAS BAJO LA LUNA Los hermanos Izco, hemos cumplido en esta edición de la romería, un viejo deseo. Bajar a Ujué durante la noche y por monte. El camino ya lo conocíamos por haber bajado durante diez años y de día pero siempre quisimos entrar a Ujué con los romeros de Tafalla y los pueblos de su merindad. Salimos a las diez de la noche del pueblo de Monreal después de habernos comido una rica ensalada y una rica chuleta de ternera. Estábamos impacientes por adentrarnos en la noche y caminar bajo las estrellas. Estábamos también, preocupados por el barro que podríamos encontrar y los animales a los que podríamos molestar. Echamos a andar y enseguida comprobamos que lo bueno que tiene el caminar de noche es, que ni se ven las cuestas que hay que subir, ni las distancias que quedan por recorrer. Era el cuerpo el que se resentía ante una cuesta que no veía. Una brisa de aire, las estrellas mas cerca y al fondo los pueblos de la ribera Navarra encendidos y dormidos fueron nuestra recompensa a la montaña conquistada. Era una noche oscura y todavía más oscura cuando entramos en el bosque cerrado pero, hay muchas cosas que se ven en la noche y nunca se ven de día. Los gritos de ¡ VIVA LA VIRGEN! sonaban con fuerza por lo alto de la sierra de Leoz, por el Alto de Sabaizar y por todo el parque de Guerinda. Una pista inesperada de más molinos nos quiso confundir en la noche pero, las estrellas que nuestra romería iluminaba nos señaló por donde el camino continuaba. Estrellas, silencio, viento y multitud de luces rojas del inmenso parque de molinos de viento que a lo largo de todo el cresterio de una de las sierras mas largas de Navarra nos acompañaban. Una vez alcanzados los molinos, imágenes fantasmagóricas salían por entre sus alas. Como llamaradas rojas compitiendo con las estrellas en la noche. Ujué estaba ya más cerca y a la noche poco le quedaba. Desde lo alto de la sierra a nuestros oídos llegaban las campanadas que alos romeros de los pueblos la romería convocaba. Entramos en Ujué a las cinco y media de la madrugada y allá en la cruz del saludo, saludamos a los primeros peregrinos que de Tafalla venían. Recuperamos fuerzas con un bocadillo y templamos el cuerpo con buenos tragos de vino. Entramos en nuestro pueblo y a nuestra Virgen fuimos a darle gracias por la la noche tan estrellada. A la misa de seis fuimos y cuando salimos, el viento y el agua anunciaban un día de mucho frío. ¡hasta el año que viene que por supuesto volveremos y por supuesto...¡ de madrugada ! |